Desafortunadamente, no todo el mundo piensa que el agua sea un bien escaso a proteger. El número de personas que piensan que se debería ahorrar en el consumo de agua es proporcional a la percepción sobre si el año ha sido lluvioso o seco. Si hay muchas lluvias como este invierno, se nos olvida y volvemos al “manigerazo” a las baldosas o al coche. Si el pantano está vacío, es el momento de ahorrar.
Esto es así aunque los científicos nos adviertan que en España ya llueve menos que hace 50 años y que la tendencia se incrementará siguiendo la línea del cambio climático provocado por las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. Parece que hay un problema de comprensión entre el mundo científico y el político. Unos advierten de la futura escasez de recursos hídricos, los otros continúan con políticas urbanísticas, de campos de golf y de cultivos agrícolas de regadío en zonas secas. Es digno de alabar, por otra parte, que una gran mayoría de la población se ha ido concienciando sobre la importancia del ahorro de agua y éste, se sitúa en tasas históricas en la Comunidad de Madrid. Pero no hay que bajar la guardia.
Cómo se ha comentado, el agua es importante para el consumo humano, el agrícola y el industrial y es especialmente, importante en la zona suroeste de Madrid por la generación de riqueza como consecuencia del turismo estival que visita nuestros pueblos para aliviar los calores veraniegos de la gran ciudad.
En la actualidad, la ley permite es desembalse de agua cuando es necesaria en otros lugares, para consumo humano o agrícola, dejando en segundo plano los usos turísticos. Es lo que ocurrió el verano pasado, por ejemplo, en el pantano de San Juan. A pesar de algunas voces demagógicas, el agua se llevó a Madrid para consumo humano y a Toledo para consumo agrícola, dejando prácticamente sin turismo a los pueblos cercanos al río Alberche. La ley está actualmente así escrita y lo está desde hace bastantes años.
Otra cuestión sería plantearnos si deberíamos cambiar la ley para evitar que el agua fuera llevada a otros lugares, para satisfacer desarrollos urbanísticos tipo Seseña o incluso si es razonable llevar agua a Toledo para regadíos en zonas eminentemente secas. Tampoco hay que olvidar que un río no sólo existe para satisfacer las necesidades humanas, es el hogar de otras muchas formas de vida a través de su curso. Además, son flujos que históricamente han unidos a pueblos a lo largo de su curso y de la historia. Ahora parece, que más que unir, un río tiende a separar, se disputa quien es el propietario de la corriente.
No cabe duda que es necesario un debate sobre el tema, pero uno sosegado entre los expertos, los ambientalistas, los ciudadanos y los responsables que deben tomar las decisiones fundamentadas en la ciencia, en el sentido común, alejadas del populismo y de la demagogia política. En este debate, habría que incluir, una respuesta a esta pregunta, ¿Cómo hacemos para que prosperen nuestros pueblos sin tener que depender en exclusiva del turismo estival?
La respuesta tiene que ir en la línea contraria a los desarrollos urbanísticos o los campos de golf. ¿Turismo?, si, pero no sólo de sol y playa, sostenible y aprovechando los recursos naturales, arquitectónicos, gastronómicos y paisajísticos de la zona. También sería interesante el desarrollo de la agricultura ecológica, la silvicultura o el desarrollo de las energías renovables. Hay quien piensa que volver a los usos agrícolas tradicionales es un paso atrás, pero el desarrollo basado en el ladrillo ha mostrado su fracaso e insostenibilidad en nuestros pueblos. ¿Probamos con un nuevo paradigma basado en el respeto al medio ambiente?
Artículo publicada en La-Almenara: http://www.la-almenara.com/content/view/1973/49/
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